Hace varios años trabajé en una estancia infantil como psicóloga. Mi trabajo principal consistía en supervisar que en cada una de las áreas se llevara a cabo la aplicación del programa de estimulación temprana; también atendía casos particulares de problemas de conducta y mensualmente programaba pláticas de escuela para padres.
Mientras me documentaba para una de esas pláticas, encontré en un libro una historia que me parece pertinente comentar en este momento. La historia comienza contando una anécdota de un hombre que un día, mientras reprendía a su hijo por una travesura que había hecho, señalaba con su dedo índice mientras lanzaba una letanía de palabras amenazadoras y mientras eso sucedía, en un instante, este hombre fijo su mirada en la punta de su dedo índice e inmediatamente se preguntó: ¿En qué momento me creció el dedo de mi padre?
Línea-texto
Texto: M. López S.